Corridas de toros
Las corridas de toros no se llevan a cabo todo el año. Están programadas únicamente para enero y febrero, durante la temporada alta. En el caso de Acapulco, las corridas de toros son más una atracción turística que un evento cultural de gran interés para los acapulqueños. Por supuesto, alguna vez lo fueron, pero actualmente los lugareños están más interesados en los reproductores de DVD y los teléfonos celulares.
La corrida de toros, también conocida como “La Fiesta Brava,” se lleva a cabo en la Plaza de Toros en el área de Caletilla del Acapulco tradicional. El costo va de $35 a $150, dependiendo de cuán cerca estén los asientos de la arena y de si están en el costado con sombra. Hay mucho espacio dentro, así que una vez ahí, es bastante libre de pasarse a donde quiera. La plaza de toros es una arena agradable. Tiene un toque especialmente exótico con sus palmeras tropicales y los exuberantes árboles verdes que la circundan. Estas fotos se tomaron en una corrida de toros que tuvo lugar el 27 de febrero de 2005.
La corrida de toros comienza con los valientes matadores, unos 10, quienes hacen una reverencia en el centro de la arena. Todos van uniformados con el traje de luces. Puede escucharse un “guau” de admiración proveniente de las damas de la audiencia. Aunque se ven muy elegantes en el ruedo, su atuendo no les dará demasiados puntos en las discotecas, al otro lado de la bahía. Para entonces, la audiencia, compuesta principalmente por estadounidenses, está esperando emocionada que comience el espectáculo. Desde lo alto de las tribunas, dos bandas de metales ejecutan la música típica de las corridas de toros haciendo retumbar sus cuernos. El primer toro entra al ruedo, bufando y embistiendo todo a su paso. La multitud emite una gran ovación. Luego el ambiente comienza a cambiar. Conforme el toro embiste al matador, éste toma dos pequeñas banderillas llenas de color y las clava en la espalda del toro, arriba de su cuello. Entonces la sangre comienza a brotar de las heridas y se escurre por sus costados. Las sonrisas en los rostros de los turistas se acartonan debido a la impresión y el horror: “¡Esto no es lo que sucedía en las corridas de toros de Bugs Bunny!”
En los minutos siguientes aparecen más dagas y más sangre. Si el matador se coloca en una situación complicada, los demás matadores se apresuran a distraer al toro hasta que puede escapar. Por ahora, la sangre chorrea por la espalda del toro y sus intentos de cornadas se van espaciando. En este punto, el matador realiza los movimientos que son parte del espectáculo y la audiencia espera. Utilizando el capote y sorteando al mareado toro con facilidad, se escuchan los gritos de “¡Ole!” y clava su espada en la espalda del toro. El toro se debilita aún más y cae sobre sus rodillas. Luego el matador clava la última daga en la parte anterior del cuello del toro y el animal muere lentamente, derramando sangre por todos lados antes de que mediante la ayuda de un grupo de caballos se retire el cadáver sin mayor ceremonia. Si no fuera por las trompetas, podría escucharse el sonido de un alfiler al caer después de la muerte del primer toro. Normalmente los turistas están impactados.
Después hay tres corridas más, semejantes a la primera, no hay payasos de rodeo ni espectáculo de medio tiempo. Están por venir muchas heridas punzocortantes, las que culminarán con otros tres toros muertos. El impacto del primer toro normalmente tiene un efecto de insensibilización o parálisis, así que para el cuarto toro, habrá quienes entre la audiencia se involucren más en la experiencia al punto de gritar “¡Ole!”. Algunos se irán a casa diciendo que todo esto fue “interesante”. Otros dirán que lloraron. Tal vez algunos pocos dirán que observaron un extraño ritual de una cultura extranjera. Si usted se inclina por favorecer a los desvalidos en las competencias, las corridas de toros no son para usted. El toro jamás gana y solo en raras ocasiones le dan un atinado corte que termina rápido con su sufrimiento.